Al escuchar los conceptos de introvertido y extrovertido, solemos relacionar al primero con personas tÃmidas, calladas y antisociales, mientras que asociamos la extroversión con la sociabilidad y la tendencia a expresarse sin tapujos.
Si nos remitimos a la historia, vemos que las definiciones de estos conceptos varÃan de la idea que de ellos se tiene actualmente.
Carl Jung, discÃpulo de Freud, introdujo estos términos en su obra Tipos psicológicos, para referirse a tipos de personalidad. AsÃ, los introvertidos  se caracterizan por concentrar su interés en los procesos de su mundo interno, es decir, en sus propios pensamientos y sentimientos, lo que los vuelve más empáticos. Los extrovertidos, en cambio, centran su interés en objetos externos, las personas y las cosas, necesitan estimulación y variedad, y por eso son considerados sociables.
La propensión a opinar más que a escuchar, la fácil distracción y la disposición para aparecer al frente de los extrovertidos se contrapone a la actitud de escucha y observación y la preferencia por estar detrás de la escena de los introvertidos, que tienden a compartir solo con sus seres cercanos las cualidades dominantes de su personalidad.
Se han planteado también diferencias a nivel cerebral entre ambos grupos de personas. Un estudio realizado por la Universidad de Harvard, detectó que los introvertidos tienen una mayor cantidad de materia gris, la que además es más gruesa en ciertas zonas de la corteza pre-frontal relacionadas con el pensamiento abstracto y la toma de decisiones. De ahà que dediquen más tiempo al pensamiento abstracto, presten mayor atención al detalle, controlen mejor los impulsos  y se vean abrumados por la excesiva estimulación. Estas personas también presentan mayor actividad cerebral en los lóbulos frontales y el tálamo anterior, lo que facilita su capacidad de recuerdo, planificación y resolución de problemas. Finalmente, tienen mayor actividad cerebral en las zonas dedicadas al aprendizaje, control motor y de vigilancia, lo que los hace ser más cautos.
El cerebro de los extrovertidos, en cambio, presenta una consistencia de materia gris menos densa en la corteza pre-frontal, lo que les ayuda a vivir el momento. Asimismo, tienden a asociar la excitación o sobreestimulación como una forma de recompensa, lo que baja sus niveles de ansiedad. En ellos, el lado derecho de la amÃgdala es claramente más grande, asà como también la corteza cingulada. La amÃgdala se relaciona con las respuestas y el aprendizaje emocional, por lo que les es más fácil recordar estÃmulos visuales.
Los neurotransmisores también funcionan diferente en los cerebros de los introvertidos y extrovertidos. En el caso de estos últimos, al lograr la recompensa vÃa excitación y estimulación, son más propensos a realizar actividades riesgosas, ya que la sensación de recompensa o bienestar les llega más rápido. Los extrovertidos serÃan menos ansiosos, tendrÃan mayor autoestima y serÃan capaces de regular mejor su sensación de bienestar, ya que tienden a recordar mejor los momentos felices. Los introvertidos buscan recompensas pensando en el futuro, por lo que estas llegan con menor velocidad; sus pensamientos y decisiones son más concretas y sus posibilidades de padecer ansiedad son mayores.
Profesionalmente, los extrovertidos son más asertivos, prefieren trabajar con otras personas y pueden ser buenos como vendedores o administradores;  los introvertidos son buenos para las actividades creativas y disfrutan de trabajar a solas.
Cuando llega el momento de trabajar en equipo, tan valorado en los últimos tiempos, la habilidad para cooperar directa y verbalmente de los extrovertidos contrasta con los aportes indirectos y la buena expresión escrita de los introvertidos. Los primeros toleran las interrupciones y pueden, al mismo tiempo, chatear por su celular, usar la computadora y participar en reuniones. Los introvertidos, en cambio, prefieren atender un asunto a la vez.
A los extrovertidos les incomodará trabajar individualmente o quedarse a solas; a los introvertidos se les puede complicar exponer en público asuntos personales o la excesiva dirección de equipos sin dejar tiempo para sà mismos. Sin embargo, cualquiera de los dos puede ser un excelente lÃder, pues no hay correlación entre dicha caracterÃstica y este rol en las organizaciones.
Jorge Pérez-Reyes
Psicólogo
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