3 abril, 2020

El vaso medio lleno

En un reciente artículo titulado Empatía endémica, el psicólogo Javier Echevarría plantea un punto de vista interesante sobre la situación que el mundo entero enfrenta actualmente a raíz del coronavirus. De acuerdo con él -quien a su vez se inspira en el libro “La civilización empática” de Jeremy Rifkin- las tragedias e historias “de maldad” provocan sorpresa e inquietud (yo diría que hasta morbo) y generan interés porque no constituyen la norma, por más que sea en ellas en las que se enfocan los medios de comunicación. Pero Rifkin sostiene que las cosas en el día a día son distintas, pues abundan la generosidad y la empatía.

Hoy por hoy es precisamente eso lo que está ocurriendo: las noticias se centran en “lo malo” (número de detenidos, nuevos casos, decesos, varados, expatriados y así) y dan poca importancia -sería injusto decir que le dan ninguna- a actos de empatía y solidaridad que, se sabe, ocurren. Por ejemplo, que la mayoría se queda en casa para cuidar del otro y ayudar a superar la crisis (no he visto, hasta el momento, número de personas que no salen), la labor de médicos y agentes de seguridad, acciones de ayuda a los más necesitados y vulnerables, etc. Tal vez sea momento de preguntarnos cómo puede aportar cada uno desde su rol.

Entonces, dice Echevarría, el asunto pasa por decidir qué realidad es la que queremos ver. No se trata de vivir bajo la idea de que nada está pasando o que va a pasar sin mayores consecuencias, sino de desafiarnos a nosotros mismos y enfocarnos en lo positivo, en lo que esta cuarentena nos enseña, en nuestro aporte personal y en la empatía creciente. Cada persona traduce la realidad de acuerdo a sus propias experiencias, expectativas y necesidades, actuando de acuerdo a esa interpretación personal. Al respecto, filósofos, neurocientíficos y psicólogos en diversas universidades del mundo ya se encuentran estudiando los efectos de la pandemia para analizar los cambios conductuales que se producen y cómo utilizarlos a nuestro favor, para el bien universal. Así, una visión pesimista, fatalista, basada en cifras, estadísticas y los efectos sobre la economía, puede generar ansiedad, estrés y/o depresión, entre otras,  afectando la salud y volviéndonos más vulnerables a este y otro virus.

Echevarría sugiere enfrentar esta cuarentena con calma y buen ánimo, viéndola como una muestra de empatía global nunca antes vista: cuidando unos de otros, compartiendo ayuda (física o virtual) y, en general “deteniendo los conflictos entre humanos para enfrentar juntos como humanidad a un enemigo invisible, un enemigo microscópico y potente.” Se ha optado por paralizar la economía, a riesgo de lo que esto podría generar a nivel mundial, para prevenir que más gente muera. Asimismo, la naturaleza ha iniciado un proceso de regeneración, de limpieza (delfines en La Herradura, pelícanos y gaviotas en las playas, cantos de aves en los parques). Por primera vez en mucho tiempo los pobladores de todo el mundo se unen para enfrentar juntos una crisis que nos afecta a todos.

Y tú, ¿qué visión le quieres dar a esto? Depende de ti.

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Jorge Pérez Reyes